Pese a que la iglesia Católica haya iniciado con la celebración del día de Todos los Santos y el día de los Fieles Difuntos los días 1 y 2 de noviembre, respectivamente, todas las religiones recuerdan a sus muertos el día de Todos los Santos.
El recuerdo y la liturgia en torno a los seres queridos es común a todas las culturas y religiones, pero difiere en los rituales, los días específicos de celebración y en la manera de enterrar a los muertos.
Celebración de los difuntos para el Judaísmo
En esta religión no existe un día específico para recordar a los fallecidos, los difuntos han de gozar de descanso en su integridad, es por esto que prohíben las autopsias y el entierro debe realizarse lo antes posible. Durante el funeral los asistentes rasgan una pieza de ropa como símbolo de duelo, aunque en la actualidad casi siempre se utiliza una cinta simbólica, y rezan una oración como petición para la salvación del difunto.
Celebración de los difuntos para el Islam
El Islam, tiene indicado por normas cómo debe enterrarse el cuerpo (no admite la incineración). El ritual del entierro comienza con bañar al fallecido, amortajarlo y proceder a la oración fúnebre -«Fard Kifaia» o «deber colectivo»- y a las honras antes de darle sepultura. El cuerpo se entierra sin ataúd y sin elementos de valor. La visita a los cementerios no tiene una fecha determinada.
Celebración de los difuntos para el budismo
Buda, incorporó a su enseñanza la antigua creencia india de la reencarnación y el karma, y el de la meta última: el Nirvana. Aunque los budistas generalmente incineran el cuerpo del fallecido, en algunos lugares y ocasiones se descuartiza para que las aves carroñeras puedan alimentarse de él, ritual que se conoce como el «funeral celeste tibetano» que, en China, goza recientemente de especial protección.
Celebración de los difuntos para el hinduísmo
Según el hinduismo, la vida es eterna: en el momento de la muerte, el alma abandona el cuerpo que se ha vuelto inservible, es arrastrada por los yamadutas y juzgada. Si resulta posible la persona es cremada en una pira el mismo día de su muerte, una vez que el cadáver ha sido lavado, ungido con pasta de sándalo, afeitado si es varón y envuelto en un tela que hace las veces de sudario.
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