En este artículo queremos compartir un poco de historia y entender qué son y el origen de los epitafios.
¿Qué es un epitafio?
Un epitafio es básicamente el texto que honra un difunto y que se encuentra escrito en una lápida o placa sobre su tumba. Este texto suele ser una frase descriptiva sobre la vida u obra de la persona cuyos restos reposan allí.
Muchos epitafios son citas de textos sagrados, pero podemos encontrar distintos tipos de textos, siempre relacionados con el difunto, por ejemplo: logros, frases personales, frases cómicas, e incluso frases tradicionales como: «Descanse en paz» o «No te olvidamos».
Se considera que un buen epitafio es el que es memorable, o por lo menos hace pensar a quien lo lee.
Origen de los epitafios.
El origen de la palabra Epitafio, proviene del latín-griego epitaphium (ἐπί ‘encima’ y τάφος ‘tumba’), heredera a su vez del griego epi, “sobre”, y taphos, “tumba”. Antiguamente se daba este nombre a los versos u oraciones fúnebres con que se rendía honores a los atenienses muertos en el campo de batalla.
Estos rezos solían recitarse durante las exequias y anualmente en días conmemorativos. Luego fueron inscritos directamente en los sepulcros, convirtiéndose en frases alegóricas y rememoraciones.
En la antigüedad, un epitafio era en realidad una inscripción en la que figuraba una oración dedicada alguna deidad (cada cultura tenía la suya) con el fin de que protegiera al fallecido en el otro mundo.
Posteriormente, con el nacimiento del catolicismo y otras religiones, las oraciones del epitafio eran dirigidas a un solo Dios.
Recién, desde la época de la Ilustración (), el pensamiento religioso pasó al intelectual cambiando el paradigma que hizo que el clásico epitafio religioso tuviera una variante epigramática (frase breve e ingeniosa, frecuentemente satírica), hasta llegar a como los conocemos hoy en día (frases alusivas a la personalidad del fallecido).
En Marmolart proponemos a nuestros clientes recomendaciones de que textos incluir en una lápida, mostrando ejemplos y tipografías a elegir para su inscripción. Pero, es el cliente el que tiene las palabras exactas con las que desea recordar al difunto, o bien, que la misma persona fallecida haya dejado escrito la voluntad de su epitafio antes de morir.